Para sellar el acuerdo, el rey acepta tomar parte en la Cruzada alentada por Bernardo de Claraval y, cerca de la Navidad de 1145, Luis VII anuncia su decisión de unirse a ella para socorrer a los Estados cristianos de Palestina, amenazados por los turcos que acababan de invadir el condado de Édesse en 1144 y perpetraron la masacre de centenares de cristianos. En 1146 el rey toma la cruz, a la vez que numerosos barones, durante la asamblea de Vézelay.
El 11 de junio, el rey Luis VII y Leonor parten para la Segunda Cruzada al mando de 300 caballeros y una cuantiosa armada, seguidos por decenas de millares de peregrinos. Salen de Metz y pasan por el valle del Danubio, donde son recibidos por la armada del emperador Conrado III que ya los aguardaba en el Reino de Hungría. El rey Géza II de Hungría recibió a los reyes cruzados y veló porque estuviesen provistos de alimentos y refugio. Si bien el rey húngaro no tenía relaciones estrechas con el emperador germánico, si las tenía con Luis VII, y a su llegada, Géza II en 1147 le pidió al rey francés que fuese el padrino de bautismo de su hijo Esteban. Luego de hacer escala, en Hungría, los ejércitos cruzados continuaron a través de Asia menor para ir a Constantinopla donde llegan el 4 de octubre de 1147.
Luis VII obliga a Leonor a seguirle y deja Antioquía. Llega a Jerusalén en cumplimiento del peregrinaje que se había impuesto. En junio de 1148, intenta tomar Damasco, ante la que su armada está esperando. La pareja real permanece un año en Tierra Santa antes de volver por mar, y por separado, a Francia. El rey es, allí mismo, apresado por los bizantinos, siendo liberado por el normando Roger II de Sicilia.
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